Historia en Argentina

Gobierno Provincial Es una fundación placentera, fácil. Todo se les da hecho, y bien hecho, a las Hermanas que se hacen cargo de la misma.
Una comisión de señoras, entusiasmadas con la vida de la Madre Sacramento que acaban de conocer, desean que las Adoratrices se encarguen de un Asilo-Taller que va a inaugurarse para jóvenes menesterosas o extraviadas, eran motivo de la visita que hace la Infanta Isabel de Borbón a la Argentina, en las fiestas del Centenario de su Independencia proclamada en 1810.
Presididas por la Señora Mª Luisa Reboredo y aconsejadas por el P. Anselmo Mª Aguilar, S.I., escriben a la Superiora General, M. Guadalupe quien, ante las condiciones propuestas, accede a su deseo.
La Señora Mª Luisa Rebordeo y las Señoritas Mª Andrea Pórtela. M* Magdalena Bereterbide y María Avalle, al escribir a M. Guadalupe acaricia la esperanza de que las Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo y de la Caridad, si se hacen cargo del Asilo-Taller, actuarán según lo prescrito por b Venerable Madre Sacramento. Su ilusión es indescriptible.
M. Guadalupe no pierde tiempo. Llama enseguida a las Hermanas: a han de cruzar los mares para fundar en Argentina. Es el 4 de octubre de 1910. Quiere que, antes de marchar, practiquen los ejercicios espirituales, porque, confortadas con ellos, el sacrificio del alejamiento les resultará menos costoso.....
Las elegidas son M. Mª Pura; las Hermanas Georgia de Jesús, Fidela del Sacramento, Fernandina de la Cruz, Veremunda de San Luis y Sinforosa de San José; y la Hija de Casa, Pilar.
El 28 de octubre, va un grupito, en nombre de todas, a Zaragoza, para encomendarse a la Virgen del Pilar. Después, todas ellas, con M. Guadalupe, viajan a Barcelona. Allí, la Superiora General las despide el 3 de Noviembre de 1910. El trasatlántico “Patricio de Satrústegui” zarpa a las 4 de la tarde. Las viajeras van bien recomendadas al Capitán del Barco, al Capellán, al Mayordomo del vapor y al Visitador de los capuchinos, que también va entre los viajeros; y tienen la suerte de oir Misa y comulgar todos los días.
La delicada y cordial solicitud de la Madre General les va facilitando todo. Buenos comienzos, que auguran la cariñosa acogida que van a tener, también, al llegar a su destino. El barco hace escala en Cádiz, el día 7 de noviembre; en Canarias, el 9; y en Montevideo, el 24. Aquí, la Inspección de Sanidad, que visita a los pasajeros, comprueba que todos gozan de buena salud. Por fin, el día 25, a las diez de la mañana, desembarcan en Buenos Aires, después de una larga travesía de tres semanas.
El recibimiento, por parte de la chusma, no fue grato: las obsequiaron con burlas y silbidos. Había un ambiente anticlerical, a causa de un mitin en el que habían soliviantado al pueblo para que no recibieran a los jesuitas expulsados de Portugal, que, felizmente, pasaron desapercibidos. Eran, en total, treinta y tres religiosos, y, como iban con traje seglar, no los reconocieron.
Por precaución, temiendo los atropellos de la chusma, el vapor entra antes de lo previsto y las Adoratrices se encuentran solas. Menos mal que el Doctor Nevares, por encargo del P. Aguilar, acude a recogerlas, con coches, y las acompaña a casa de la Presidenta18, Señora Mª Luisa, que las recibe encantada en la Residencia de Religiosas, donde ella vive, y avisa, por teléfono a las demás.
Entretanto, las Adoratrices pasan a la Capilla, donde está el Santísimo reservado, y le dan gracias por el feliz arribo y la cariñosa acogida que les han hecho.
No tardan en acudir algunas señoras de la Comisión, que llevan a las fundadoras a casa de la Sra. Concepción Reboredo de Roca, a donde van llegando también las restantes. ¡Qué regocijo el de todas al encontrarse con las Adoratrices! Preparan varios coches y las llevan al Palacio Arzobispal. El Prelado las recibe con la mayor benevolencia; se entera de la misión del Instituto; lee las cartas de recomendación del Cardenal Vives y de la Superiora General; y, muy complaciente, les enseña el Palacio y hace que unos pajaritos artificiales canten, por medio de un resorte, dándoles la bienvenida. Y -continúa la Cronista- las Adoratrices, recibida la bendición del Sr. Arzobispo, salen muy animadas a trabajar en Argentina. ¡No es para menos! Han recibido tantas y tan sencillas y hasta ingenuas atenciones, que se ubican enseguida en este país.
Continúan su recorrido. Van a la Catedral y, de nuevo, a casa de la Señora de Roca, en donde les tienen preparado un exquisito refresco. Luego, a los Jesuitas, para conocer al P. Aguilar, que se alegra visiblemente de que hayan llegado. Después, a saludar al P. Cherta, Director de la Comisión de Señoras. Y, por fin, aterrizan en el “Asilo del Divino Corazón”, su destino, del que les dieron posesión las señoras.
“Su impresión no es para descrita. Iban con la idea de encontrarse con una casucha semejante al Portal de Belén, y entran en una especie de Quinta, recién restaurada. La capilla, admirable. Tiene todo lo necesario: Vasos Sagrados, Custodia, ornamentos nuevos y de buena clase; velas de cera para un año; armonium; un armario magnífico con cajonera... Todo cuanto se podía desear”21. Así dice, textualmente, la Cronista.
Las Adoratrices lloran de agradecimiento al ver cómo secundan los desees- de la Venerable Madre Fundadora del Instituto.
Pero no es esto todo. Recorren, con las señoras, las demás dependencias de la casa y van de sorpresa en sorpresa.
Encuentran las camas hechas, no por las sirvientas sino por las mismas señoras y con el mayor afecto y gusto, para preparar el descanso de las Hijas de Madre Sacramento.
La despensa está completamente surtida, y lo mismo, la cocina y demás, hasta el menor detalle. Y para colmo, al despedirse, les dejan doscientos pesos para los primeros gastos. Quedan con ellas, una muchacha de confianza, para recados y demás. , un quintero para guardar la casa de noche y para cuidar los jardines.
¿Se puede pedir más?
No es extraño que, al quedarse solas, estas afortunadas Adoratrices, se estrecharan en un abrazo fraterno, “dispuestas a pasar, en unión de caridad, tanto las alegrías como las penas que, en lo sucesivo pudieran ocurrir” y a dar comienzo a la Obra.
El 27 de Noviembre asisten a la Misa del Hospital, pero, bien pronto, sil; Arzobispo les nombra un Capellán: don Julián de Ocerín, sacerdote vasco que] había llegado a la Argentina a la par que ellas. El día 29, a las ocho de la mañana, el Sr. Arzobispo les hace una breve visita. Bendice las imágenes y la capilla y da permiso para que se celebre en ella la Santa Misa.
La primera Celebración Eucarística tiene lugar el jueves, 1 de Diciembre. Y el 7, queda reservado el Santísimo.
El día de la Inmaculada, 8 de Diciembre, de 9 a 12 de la mañana, se celebra la primera Función de Manifiesto.
Fijado el 10 de Diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Loreto, para la solemne inauguración de la Casa, no puede ésta celebrarse porque, ese mismo día, el Prelado ha de asistir al entierro de un Ministro; y se traslada al día siguiente.
Tiene, pues, lugar, el 11 de Diciembre a las tres de la tarde. Están presentes el Sr. Arzobispo con sus familiares; el Vicario de S. José, de Flores; el P. Juan Cherta S.J.; el Capellán de la Casa y algún otro sacerdote, a más de una gran concurrencia de otras personas.
El Prelado bendice el Asilo, expone a su Divina Majestad, se rezan algunas preces; y, después de una plática alusiva al acto, se reserva el Santísimo. Ya en el jardín, la Sra. Secretaria da lectura al Acta de Fundación, que firmaron todos los asistentes23.
El día 31 de Diciembre de 1910, ingresa la primera colegiala. Va a llamarse María de Luján, como la Virgen Patrona de la Argentina.
En el mes de Mayo de 1912, arribará a Buenos Aires otro grupo de Hermanas que desembarcan el día 25, a las 9 y media de la mañana25.
H. Aurora de Mª cuenta sabrosos detalles del viaje: su llegada en las “Fiestas Mayas”, conmemorativas de la independencia del País; el cordial recibimiento de las Señoras que, en su coche, las llevan a casa, acompañadas, también, por “un antiguo amigo, bueno y servicial, de la Casa de Logroño: D. Julio Cortés”. Encuentran bien a las Hermanas y a las chicas, tan alegres por su llegada. Ven la casa, y, por la noche, antes de cenar, las obsequian con una fiestecita en la que no faltan “cantos muy lindos” y versos.
Al día siguiente de su arribo, el 26 de Mayo, van a conocer “su futura casa”. Y termina la carta: “Sea una y mil veces bendito Nuestro Señor, que nos eligió para darle a conocer en estos países, tan lejos de nuestra Patria y de V.R. Pero Él está con nosotras y tenemos, como dice H. Germana, sobre nuestras cabezas, la misma Luna y las mismas estrellas que en nuestro pueblo”.
¡Hermoso talante el de estas fundadoras! M. Guadalupe puede quedar satisfecha.